La Palabra de Dios dice: sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; (1 Corintios 1:27). Así fue como sucedió con el hombre ciego y con nosotros también. Él pudo reconocer al Señor, mientras que los fariseos no entendían su Palabra. Pidamos al Señor ser entendidos y tener la actitud del hombre sanado que creyó en Él y le adoró (v. 38). Y evitemos la actitud de los fariseos, la cual muestra soberbia, afirmando saber y resistiéndose a recibir enseñanza, diciendo " ¿acaso nosotros somos también ciegos?" (v. 40). Sino al contrario, reconocer nuestro pecado delante del Señor y pedirle cada día que nos abra aún más nuestros ojos espirituales, para contemplar mucho más su gloria. Tal como está escrito: Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18).