El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:38
Cuán gran promesa estaba escrito acerca del Espíritu Santo (Ezequiel 47:1-9).
Antes de aceptar a Cristo, fuimos como el siervo que brama por las corrientes de agua (Salmos 42:1). Ahora, por gracia de Dios, hemos aceptado a Cristo Jesús como nuestro Salvador (Juan 7:37). Al creer en el Señor (Juan 7:38), el Espíritu Santo nos ha sellado (Efesios 1:13). Esto nos da esperanza, porque el Espíritu Santo son las arras (Efesios 1:14) de la gran salvación en Cristo Jesús.
Así que sigamos esforzándonos en este peregrinar, esperando pacientemente puestos los ojos en Él.