No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. Juan 7:24
El Cristiano tiene como labor diaria el hacer juicios justos, no dejándose llevar por las apariencias.
Un decisión apresurada es propensa a ser influenciada por las apariencias. En una ocasión el Señor estaba en casa de un fariseo llamado Simón y a esta casa también llegó una mujer, Simón juzga a la mujer como pecadora sin considerar el arrepentimiento que claramente había en ella. El Señor Jesús conociendo el corazón de Simón lo invita a pensar mejor antes de juzgar, y efectivamente, el primer juicio era incorrecto, la mujer no era una pecadora, sino una mujer arrepentida y agradecida por el perdón de sus pecados.
El Señor Jesús era víctima de estos juicios apresurados, más sus respuestas son firmes, porque Él es verdadero y no hay en el injusticia (v. 18), el que quisiera juzgar justamente tendría que toparse con una sola verdad, así como aquel centurión que finalmente reconoció: "... verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. " Marcos 15:39.