29 Apr

Al estar ahora Jesús en Galilea, seguía encontrándose con la incredulidad de muchos a su paso, aún con la incredulidad de sus hermanos (versículo 5).

Después de haber visto numerosos y asombrosos milagros que Jesús había hecho, aún existía gente que no creía en Él. Esto no está nada alejado de nuestra época, pues aún en las congregaciones de este siglo hay personas que dicen creer, pero en realidad no es así (este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí. Mateo 15:8).

Que el Espíritu de Dios sobreabunde en nosotros y que cada día caminemos con corazones sinceros y entregados, sin ser cegados por la incredulidad, sino con la confianza puesta en aquel que nos redimió.

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