El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación : que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Juan 3:18-19
En algún momento tratamos de evadir la voz de Dios llamándonos para arreglar cuentas, sabiendo que éramos culpables, y nuestra conciencia nos acusaba. Era tanto el anhelo de seguir disfrutando de lo que ofrece el pecado que, como ignorantes tratamos de huir de su justicia y de su presencia.
Esta es la condenación mis hermanos, despreciar la oportunidad de venir ante su trono y recibir el perdón, pues esto significaría una vida nueva donde ya no puedo gozar del pecado, en el cual me deleitaba, algo complicado de hacer cuando estamos enamorados de la cara bonita del pecado, que en realidad es una cara engañadora y traicionera.