16 Jun

Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.
San Juan 20: 8-9

El Señor Jesús había muerto, y había sido puesto en una tumba rápidamente por causa de la preparación de la pascua. El primer día de la semana María Magdalena y otras mujeres fueron al sepulcro para ungir el cuerpo del Señor, como podemos leer en los otros evangelios, pero la tumba se encontraba abierta (v.1), ella corrió para decírselo a Pedro y Juan (v.2), y al escucharlo corrieron a ver la tumba (v.4), el discípulo amado vio los lienzos pero no entró (v.5), y Pedro que llegó después entró y vio los lienzos en la tumba (v.7), y el sudario enrollado aparte (v.8), el otro discípulo entró al sepulcro y vio y creyó(v.8), ellos en ese momento entendieron que había resucitado de los muertos(v.9) y regresaron con los suyos (v.10).
Aún cuando Jesús enseñaba de su muerte y resurrección los discípulos no habían entendido a que se refería, ni entendían cuando las escrituras – el Antiguo Testamento – profetizaban su resurrección; al ver la tumba vacía entendieron la necesidad que había de que Jesús resucitara, porque sin resurrección no existe evangelio, si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fé; y aún estuviéramos en nuestro pecado (1 Corintios 15:17).
Aunque hoy en día no podemos ir a esa tumba vacía para creer, Jesús mismo dijo “bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29), y sabemos que esa es la fe, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Teniendo pues la convicción de que Jesús resucitó, recordemos el siguiente pasaje:
“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras."
1 Tesalonicenses 4:14-18

Jesús ya venció a la muerte “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:55). Ahora esta es nuestra certeza, nuestra esperanza, la seguridad de estar SIEMPRE con el Señor.

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