Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo
San Juan 17: 18.
Jesús sería entregado y aprisionado en unas horas, sabía que su muerte estaba próxima y pedía al Padre por el fruto de su ministerio en la tierra, los que oyeron y guardaron su palabra, aquellos que eran del Padre y se los dio al Hijo (v. 6). Orando por los que creyeron que TODO provenía del Padre (v. 7), que el Padre le había enviado (v. 8). Pedía por los que habían creído, los que eran del Padre por ser de Cristo (v. 10). Pedía por aquellos que habían recibido la palabra de Dios, aquellos que ya no eran del mundo (v. 14), por que sean guardados del mal, más no quitados de este mundo (v. 15), por que sean santificados en la verdad de Dios (v. 17). Así como Cristo había sido enviado al mundo por el Padre, así Jesús enviaba al mundo a los que le habían sido dados (v. 18), aquellos que se santifican (v. 19) con Su sacrificio (Hebreos 10:10).
Ahora el sacrificio ya fue hecho, Jesús pagó el precio, si tú y yo hemos creído que Jesús es el hijo de Dios y que resucitó de los muertos, somos de Cristo , hechos hijos de Dios por la sangre de Jesús. Hemos recibido la palabra y creído, y ya no somos de este mundo, así como Jesús tampoco lo es, pero Jesús no pidió qué fuésemos quitados de este mundo sino que seamos guardados del mal, porque así como el Padre le había enviado, así Jesús nos envía al mundo.
¿A qué nos ha enviado? A hacer discípulos (Mateo 28:19), a hablar de Su palabra que es verdad, a compartir el mensaje de salvación, a seguir el ejemplo de Jesús.