17 May


se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.

Juan 13:4-5

En este pasaje podemos percibir la humildad de Jesús, que siendo Maestro y Señor (v. 13) se levantó de su lugar para lavar los pies de sus discípulos. No le importó que aquellos pies se encontraran sucios (consideremos que en aquél tiempo hacían largas caminatas y había polvo).

Pedro reconociendo su inferioridad ante su Maestro, se negaba a que le lavara los pies (v. 8). Jesús le dijo a Pedro: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos (v. 10), para entender a que hace referencia "El que está lavado" véase también Isaías 43:25. Hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo (1 Corintios 6:11).
Por lo cual hermanos amados, debemos seguir el ejemplo que Jesús nos dio:
"Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros" (v. 14). Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios 4:32).

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