10 May

Lázaro había muerto, todo parecía perdido; aquél amigo de Jesús había perecido a causa de una enfermedad. Pero, el que es la resurrección y la vida (v. 25) iba en su ayuda.
Tan pronto llegó a Betania se encontró con el llanto y desconsuelo de las dos hermanas de Lázaro, con amargo dolor ellas dijeron: "si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto" (v. 21 y 32); y no sólo ellas sino que los judíos que acompañaban a estas mujeres pensaban de la misma manera, en el "hubiera". ¡Que sorpresa les esperaba!En estos capítulos podemos ver una muestra más del amor del Señor Jesús, tan grande era su amor que incluso se estremeció en espíritu y se conmovió (v. 33). Aunque ya habían pasado 4 días de la muerte de Lázaro, esto no lo detuvo para mostrar la gloria del Padre. Después de dar gracias, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!, y él salió (v. 41-44).Muchas veces nuestra naturaleza nos impide creer, en momentos de mucho dolor y desesperación también nos ponemos a pensar en el "hubiera", en lugar de poner toda nuestra confianza en nuestro Creador. Nos olvidamos de aquellas palabras que Jesús dijo: "¿no te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (v.40)
Confiemos cada día más en aquél que hace resucitar a los muertos, en el que venció la muerte con poder... En el Dios de imposibles.
Digamos como el salmista:
"Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;" (Salmos 23:4).

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