02 Aug
02Aug

y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Hechos 9:4


En este pasaje tenemos el relato de una de las conversiones más famosas de todos los tiempos. Como leemos, Saulo, era un perseguidor de la iglesia, Saulo estaba profundamente confundido y extraviado, pensaba que debía hacer todo lo que pudiera contra el nombre de Cristo, y que con eso le hacía un servicio a Dios. 

A Saulo le rodeó un resplandor de luz (v. 3), y no pudo evitar caer a tierra (v. 4), fue ahí donde el Señor habló con Saulo (v. 4-6). En ese momento acabó la batalla, fue el fin del perseguidor, Saulo se rindió a Cristo. Aquel Saulo que entró a Damasco era un hombre transformado, ¡y hasta qué punto!, el que había pensado llegar a Damasco con toda la fuerza de su furia vengativa, iba conducido de la mano, ciego y humilde (v. 7). 

La Palabra dada a Saulo: “…Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (v. 6). Hasta ese momento, Saulo había seguido la voluntad de su incrédulo corazón, lo que él creía correcto y conveniente (1 Timoteo 1:13). Pero a partir de ese momento, se le diría lo que había de hacer. El cristiano es alguien que ha dejado de hacer lo que quiere, y ha empezado a hacer lo que Cristo quiere que haga.


No perdamos la esperanza en la gracia renovadora que indudablemente puede convertir al "peor pecador", compartamos la esperanza en la misericordia de Dios que perdona al más vil pecador. Pero primero una pregunta para nosotros, ¿vivimos agradecidos por haber experimentado este perdón?, o quizá pensemos que nuestras faltas no son graves como las de otros, o que no alcanzamos a pecar tanto como Saulo antes de conocer al Señor, si es así, es hora de examinar mejor nuestro corazón (1 Timoteo 1:15), Pablo entre los pecadores se consideraba el primero, ¿Qué número es usted? (Lucas 7:47).

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