Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.
Hechos 8:4
Saulo (quien después sería el apóstol Pablo) estaba de acuerdo con que Esteban muriera apedreado (v. 1). Debido a la gran persecución contra la iglesia que se encontraba en Jerusalén, los que creían en Jesús fueron esparcidos por Judea y Samaria, a excepción de los apóstoles (v. 1). Esteban fue enterrado (v. 2), y sin consideración alguna Saulo entraba casa por casa, y sacaba arrastrando a hombres y mujeres para entregarlos a la cárcel (v. 3); pero aun con todo ese ambiente de persecución y peligro de muerte “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (v. 4).
Cuan asombroso es poder leer estas palabras, estos hombres habían perdido a un amigo, estaban siendo arrastrados y encarcelados y tenían que dejar Jerusalén para vivir en Judea y Samaria, pero aún con todo ello ¡anunciaban el evangelio! Esta persecución los había obligado a salir de Jerusalén, pero todo obraría para bien porque “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28), el evangelio estaba siendo proclamado a todas partes donde estos hombres iban, ¡estaban cumpliendo la gran comisión!
Quizá ahora estemos pasando algún tipo de persecución a causa del evangelio, personalmente o como iglesia, pero recordemos que Jesús dijo: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” (Juan 15:18), Jesús fue encarcelado, azotado y muerto en una cruz por amor a nosotros, ¿Cómo pues a nosotros nos aceptarían?, “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia” (Juan 15:19 NBLA), por lo que “si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:16) y podamos como los apóstoles sentirnos “gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:41) y al igual que la iglesia primitiva ¡sigamos proclamando Su Palabra!.