A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza.
Hechos 7:35
Continuamos leyendo la defensa que presentó Esteban ante el concilio, y ninguna palabra mentirosa se ha logrado escuchar de los labios de Esteban, nada que logre confirmar las acusaciones falsas de aquellos falsos testigos.
Parte de la falsa acusación consistía, en que Esteban había hablado palabras en contra de Moisés, y en contra de la ley (Hechos 6:11, 13), pero Esteban dedica una buena parte de su respuesta para hablar sobre Moisés, y tampoco es encontrado nada digno de condena, el Moisés del que Esteban habla, es el Moisés que fue agradable a Dios (v. 20), y la ley de la que Esteban habla, es la ley que Dios entregó a Moisés (v. 38).
No hubo palabras en contra de Moisés ni en contra de la ley, aunque, sí hubo palabras en contra de algunos, en contra de aquellos que habían rechazado y desobedecido a Moisés, pues "...en sus corazones se volvieron a Egipto" (v. 39). Moisés profetizando, habló sobre la venida de Jesús (v. 37), pero al igual que Moisés el Señor también se enfrentó a la rebeldía de un pueblo con corazones que amaban más a Egipto (Juan 1:11), que se gozaban siendo esclavos del pecado y se resistían al gobierno de Dios, prefiriendo fabricar dioses que fueran conforme a sus perversos corazones (v. 40).
Aquellos hombres que acusaban a Esteban rechazaron la legítima voz de Dios, pues habían fabricado sus propios dioses, dioses que aprobaban la mentira, la desobediencia, el asesinato, etc.
Es hora de examinar tu corazón.
¿Quizá hay algún dios en tu vida? o ¿quizá hay alguno en fabricación?
¿Cómo detectarlo?
Miremos aquello que consume nuestro tiempo, dinero y esfuerzo, y que no deja lugar para el Señor, o pongamos atención en aquello que basta un pretexto poder degustarlo.
No hay pequeños dioses, ni pequeños vicios, todo pecado aunque sea "pequeño" nos aleja de Dios (Lucas 13:1-5).