"Y él dijo: varones hermanos y padres, oíd..."
Hechos 7:2
En la lectura anterior pudimos analizar el arresto de Esteban, y de cómo hombres impíos hablaron un falso testimonio para perjudicarle, inculpándole de blasfemia contra Moisés y contra Dios (Hechos 6:11). Es importante analizar el significado de este término, "blasfemia"; para entender de qué se le acusaba y de qué se debía defender, blasfemia, se refiere a las palabras o acciones que ofenden, ensucian o difaman el nombre de Dios.
En este pasaje veremos cómo Esteban, lleno del Espíritu Santo (Hechos 6:10) da su defensa ante sus acusadores, también observaremos que él testificó a Jesucristo delante de ellos, así como lo hicieron Pedro y Juan un tiempo atrás (Hechos 4).
Esteban mostró un recorrido histórico, recordando las promesas y proezas que Dios había hecho con el pueblo de Israel desde el tiempo de Abraham, y en todo momento glorificó el nombre de Dios, esto contradecía completamente las palabras que aquellos falsos testigos habían dicho al tratar de inculparlo, pero también aprovechó la oportunidad para mostrar la naturaleza pecaminosa que envuelve los corazones de los hombres (v. 9), y que desde la antigüedad los había llevado a actuar de manera desagradable a los ojos de Dios y aún hasta ese momento aquel camino pecaminoso seguía vigente, pues con mentiras consiguieron acusarle, así como actuaron contra el mismo Jesús, quien fue muerto por sus propias manos, pero que venció a la muerte y al mal con poder y gran gloria.
Hermanos, analicemos aún más el comportamiento y la respuesta de Esteban ante aquellos hombres, miremos como la Palabra de Dios es suficiente, Esteban citó solo y únicamente las Escrituras, y así mostró al Dios verdadero ante hombres esclavos de la mentira, y con esta misma verdad deshizo por completo sus acusaciones falsas. Tomemos el ejemplo de Esteban, pues él nos muestra cómo anunciar sus poderosos hechos (Salmos 145:4) apegándonos a su Palabra.