Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
Hechos 5:3-4
La mentira de Ananías y Safira no pudo engañar a Pedro, quien, guiado por el Espíritu Santo pudo ver a través de la hipocresía de ellos. En contraste con la ofrenda sincera y llena del Espíritu de Bernabé (Hechos 4:36, 37) la de Ananías obedeció a influencias satánicas (v. 3). Satanás le llenó el corazón para que mintiera al Espíritu Santo, y sustrajera del precio de la heredad. Como ya se ha señalado, retener parte de los ingresos no fue pecado, pero sí lo fue mentir al Espíritu Santo. Y lo trágico es que eso fue totalmente innecesario, pues Pedro le recordó: Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder?. Ananías no tenía ninguna obligación de vender su heredad, ni de donar el importe total de la venta. La siguiente pregunta de Pedro fue un severo reproche para Ananías: ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? Aunque sin duda fue tentado fuertemente por Satanás (v. 3), la responsabilidad por el pecado descansaba en el propio Ananías. Él tuvo libertad de hacer lo que quisiera con su propiedad, pero eligió ser falso. Su pecado, según se ha señalado, se originó en su malvado corazón (Santiago 1:14), pues, en ninguna parte de la Biblia se culpa directamente a Satanás por el pecado del cristiano.
Esta historia habla de una mentira, sin embargo podemos podemos rescatar grandes verdades acerca del Espíritu Santo, mencionaré dos: Primera, se afirma que Él es una persona, no una influencia o simplemente una fuerza, pues, en este pasaje Él es la persona a quien se le miente. Segunda, el versículo 3 declara que Ananías le mintió al Espíritu Santo, mientras que el versículo 4 dice que le mintió a Dios, una clara afirmación de la deidad del Espíritu Santo.