Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
Hechos 3:12
Veamos la diferencia en el modo de hacer los milagros. Nuestro Señor siempre habla con la autoridad de un poder propio (Juan 5:8). Pero los apóstoles testificaban del Nombre en el cual se hacía el milagro y se negaban a recibir honra (v.12), reconocían que sólo eran instrumentos sin méritos (Lucas 17:10). Esto comprueba una vez más que Jesús es uno con el Padre; mientras los apóstoles reconocían que eran hombres imperfectos y débiles, dependientes en todo de Jesús, cuyo poder es el que sana. Los siervos que Dios usa deben ser abundantes en humildad. No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.(Salmos 115:1).
Debemos estar vigilantes para notar cuando la vanagloria (Filipenses 2:3) o la jactancia (1 Corintios 5:6) tocan a nuestra vida, antes bien debemos reconocer en todo tiempo a quien pertenece la gloria y la honra y el poder.
Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4:11)