19 Sep
19Sep
Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra;
Hechos 27:43



Intentos de asesinato, prisión, una gran tormenta, son algunas de las cosas que había vivido Pablo; y en todas ellas, Dios no permitió que su siervo pereciera. Hoy, en nuestra lectura, se relata aquella mañana cuando al fin pudieron ver una isla. A poca distancia de aquella isla que los pondría a salvo de los peligros del mar, otra situación crítica amenazaba la vida de Pablo. Los soldados habían acordado matar a los presos; entre los cuales se encontraba Pablo; pero una vez más Dios mostraría su fidelidad y proveería un medio de salvación; aquel centurión protestó ante sus soldados, y no permitió que Pablo muriera. 
Como personas somos propensos a olvidar. Cuán terrible es olvidar lo que Dios ha hecho en el pasado. Olvidar las respuestas de aquellas oraciones, olvidar la sanidad que necesitabas aquella vez, olvidar cómo Él te libró de perder la vida en esa ocasión, olvidar cómo Él ordenó las circunstancias para que aquella situación ocurriera, olvidar cómo te buscó y te perdonó. 


Tiempo atrás, Dios había guardo de la muerte a Pablo, usando como medio al propio sobrino del apóstol (Hechos 23:16-22); en esta ocasión, tampoco faltó alguien que se levantara a defenderlo. 
No dudemos que Dios puede actuar hoy en nuestra vida, estoy seguro que ya lo hizo en ocasiones pasadas; Él no cambia. Te pido que hagas memoria.


Descansemos en la seguridad de que Dios es poderoso para hacer las cosas; pero siempre dejemos lugar a su voluntad, y aceptémosla; así como dijeron aquellos tres varones: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 2:17,18).
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