19 Sep
19Sep

Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.
Hechos 27:1


En esta porción leemos, que se decidió que Pablo viajaría a Roma, y junto con él algunos hermanos. Llevar al apóstol a Roma, no fue un plan que nació en la mente de los gobernantes, sino que Dios ya lo había trazado con anterioridad, pues allá tenía preparada una obra para él.

Al otro día llegaron a Sidón; y el centurión permitió que Pablo fuera con sus amigos, para ser atendido por ellos (v. 3).
Es hermoso ver cómo el apóstol halló gracia ante los ojos del centurión; aquí vemos, una vez más, la inseparable protección del Señor; además de esto, Pablo era un prisionero diferente, Pablo era un verdadero cristiano y muy probablemente el centurión conocía o se dio cuenta de esto. El apóstol siempre mostraba un buen testimonio, pues era un siervo fiel del Señor; no respondía ante la ofensa, hablaba la verdad, era misericordioso, etc.
Este también debe ser nuestro testimonio, tal como lo dice Proverbios 3:3-4 "Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres".
Viviendo de esta manera, hallaremos gracia y buena opinión, primeramente ante los ojos de Dios, y también ante los hombres.

Guardando y haciendo esto, traemos adoración a Dios. Recordemos también, que somos imitadores de Cristo; el mismo apóstol lo dijo en 1 Corintios 11:1 "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo".
Y Pedro escribió: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO