Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio.
Hechos 26:6
El apóstol Pablo, presenta su defensa delante del rey Agripa II. Pablo, recalca que la esperanza de la promesa de Dios, era la causa por la cual se le juzgaba, es decir, era acusado por creer en la resurrección de los muertos, y que Jesús había sido el primero de esta resurrección, por cuanto es el Hijo de Dios. Podríamos decir que, estaba siendo juzgado por ser cristiano (Hechos 26:22,23). El apóstol estaba viviendo tiempos que el Señor anticipó, cuando dijo a sus discípulos: “Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre” (Lucas 21:12).
En la actualidad, la persecución continúa, quizá no nos ha tocado a tal grado, pero puede que exista el desprecio, rechazo por parte de la familia, burlas en la escuela o en el trabajo; si estamos viviendo algo de esto, sigamos adelante, tomemos en cuenta lo que está escrito: “Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:16). Por otra parte, debemos de cuidar nuestro andar, pues también está escrito: “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno.” (1 Pedro 4:15). La lista puede ser larga: irresponsable, perezoso, impuntual, iracundo, desleal, etc. Por lo tanto, si estamos padeciendo por dar testimonio del Señor, somos bienaventurados; pero si es por mal testimonio, debemos considerar nuestro caminar delante del Señor, y pedirle, en oración, que dirija nuestros pasos a Él (Colosenses 3:23).
El Señor les bendiga ❤