Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
Hechos 23:1
Cuán hermosas palabras salen de los labios del Apóstol; una afirmación de fe. Pablo podía proclamar: “…yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy” (v. 1).
Su vida pasada estaba atrás, y lo que había hecho en el pasado, lo hizo en ignorancia (1 Timoteo 1:13); ahora era una nueva criatura, lavado, transformado, perdonado, guiado por el Espíritu y obediente al llamado de Dios. Su conciencia estaba tranquila, pues, vivía delante de Dios, consciente de la mirada de Dios, en el temor de Dios, tomando en cuenta a Dios.
Pensaba en los jóvenes que por alguna cuestión necesaria deben alejarse de casa. Los ojos que vigilaban el comportamiento de estos jóvenes, ya no pueden estar al pendiente, me refiero a sus padres. No hay porque preocuparse queridos padres, pues, aunque sus hijos ya no están delante de ustedes, ellos viven sabiendo que se encuentran delante de Dios; ustedes no pueden estar al pendiente de su caminar, pero ante Dios no hay nada oculto (Hebreos 4:13).
Ante el pecado podemos: Arrepentirnos y confesarlo (1 Juan 1:9); o tolerarlo, mientras ignoramos la mirada de Dios, para después endurecernos un poco más.
Dios conoce nuestra vida, podemos vivir delante de Él (v. 1), o decidir no tomarle en cuenta (Romanos 1:28); pero algo imposible es actuar a espaldas de Dios.
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios , y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta , sea buena o sea mala.
Eclesiastés 12:13,14