09 Sep
09Sep

Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas.

Hechos 21:30


Como se mencionó en la lectura de ayer, el apóstol Pablo y los cuatro hombres serían purificados según la ley; una vez purificados, entraron en el templo para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación; pero antes que se cumplieran los días, se levantaron contra el apóstol, diciendo que él enseñaba en todas partes contra el pueblo, la ley y el templo; además, le acusaban de haber metido a griegos en el templo, ya que lo habían visto en la ciudad con Trófimo, de Éfeso (Hechos 20:4), a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. El pueblo, al escuchar aquellas acusaciones, se volvieron en contra de Pablo, tomándole y sacándole fuera del templo (v. 30).


Más adelante, en la lectura, podemos observar el odio que había contra el apóstol (v.  36), pues lo golpearon procurando matarlo. Ahora bien, si el comandante y los soldados no hubieran intervenido, quizá habrían matado a Pablo; y no es que Pablo no estuviera dispuesto a morir por causa del nombre de Jesús, él estaba consciente que eso podía acontecer (Hechos 21:13). Mas Dios no había destinado que Pablo moriría allí. Una vez más podemos ver que Dios cuidaba de Pablo (Lucas 12:4-7), pues, a pesar de las acusaciones que se le hicieron y los golpes que recibió, no permitió que lo mataran; ya que los soldados llegaron a tiempo y le llevaron hasta la fortaleza (en otras versiones de la Biblia dice que lo llevaron en sus hombros a causa de la multitud violenta). 


Dios tiene su tiempo, Él  sabe porque permite que sucedan ciertas situaciones en nuestra vida cristiana. Debemos ser valientes y a estar dispuestos a darlo todo por Él, pues Él nunca nos dejará solos.

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