Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió. Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.
Hechos 20:11-12
El Señor Jesús dijo a sus discípulos: “En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). En el libro de Hechos podemos ver muchas veces el cumplimiento de esta promesa, milagros y proezas hechas por manos de los apóstoles en el nombre de Jesús. En esta ocasión la resurrección de Eutico fue motivo de consolación a los hermanos.
Aquella señal fue notoria, pero ahora quisiera resaltar la actitud de los hermanos ante la exposición de Pablo. Ellos se encontraban con corazones dispuestos a aprender más de Dios, tanto, que no escuchaban solamente por un corto tiempo, sino que recibieron la predicación hasta la media noche, y aún después de tomar la cena del Señor continuaron escuchando a Pablo hasta el amanecer.
Muchas veces se nos hace difícil estar ante la exposición de la Palabra por largo tiempo, el cuerpo se cansa y la mente se distrae en nuestros afanes o aflicciones, esto hace que nos demos cuenta de nuestra fragilidad y debilidad humana, así como Eutico que cayó en un sueño profundo; aún con ello debemos recordar que el Espíritu Santo nos fortalece y recuerda la palabra de Dios. Escudriñemos la Palabra, descansemos en ella, y recordemos ser como la Iglesia de Berea, los cuales “…recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Esforcémonos, pues, y así como María escojamos la buena parte, y anhelemos escuchar la Palabra de Jesús (Lucas 10:38-42); así también nosotros deseemos como niños recién nacidos la leche pura de la Palabra, para que crezcamos para salvación (1 Pedro 2:2). Olvidemos nuestras preocupaciones y descansemos en Cristo, busquemos primeramente conocer y obedecer a Dios, y todo lo demás vendrá por añadidura (Mateo 6:31-34).
Dios es nuestro consuelo, quien da fortaleza, quien renueva nuestras fuerzas, quien da esperanza y transforma; seamos como los hermanos de Troas, quienes se disponían a escuchar la Palabra, y también como el que se describe en el Salmo 1, teniendo nuestra delicia en la Palabra de Dios, y meditando en ella de día y de noche (Salmos 1:2).