En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
Hechos 20:35
El apóstol Pablo nos recuerda una enseñanza del Señor Jesús: "Más bienaventurado es dar que recibir”. Cada vez que nosotros "damos algo", estamos dando lo que hemos recibido de Dios, puesto que Dios es el dador de todo (Hechos 17:25; Romanos 11:35,36; Colosenses 1:16). Nosotros solo somos administradores de las cosas de Dios, nuestra vida y todo lo que tenemos le pertenece a Él.
Dios nos habla a través de este versículo, mostrándonos que, "es mejor dar que recibir"; y Dios es el primero en poner el ejemplo, pues entregó a su propio Hijo en beneficio de nosotros (Romanos 8:32). Las Escrituras dicen: “… tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8), murió para salvarnos de la condenación eterna, y para darnos vida (Juan 10:10).
Hermanos, no es malo pedir, todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido la necesidad de algo, de algún favor, de una ayuda; no es pecado pedirle a Dios que nos ayude, como dice su palabra: ”porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8); pero tampoco es malo ayudar, dar a tu prójimo, dar al necesitado, porque en la medida que nos entreguemos a Dios y a nuestro prójimo, estaremos demostrando nuestro amor hacia ellos, ese amor que Dios nos da; y haciendo esto, estaremos cumpliendo todo mandamiento “… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente… y…Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas…” (Mateo 22:36-40). Todos podemos dar, ayudar, o apoyar, desde el que vive en abundancia como el que vive en escasez, sin importar si damos mucho o poco, lo más importante es dar con seguridad y sinceridad en nuestro corazón; no con tristeza, ni por necesidad, sino con alegría, porque Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7). Cuando damos, estamos imitando a Cristo (1 Corintios 11:1), porque en su carácter está el ser dadivoso y generoso; “… por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9), Él dio todo, para que hoy nosotros disfrutáramos las riquezas de su gloria (Romanos 9:23).
Por lo tanto, si nosotros podemos dar a las personas que necesitan ayuda, estaremos poniendo en práctica la enseñanza de Dios, "Más bienaventurado es dar que recibir"; esto quiere decir que se es más feliz al dar, y es verdad, es una realidad la felicidad que produce el dar, es hermoso; dar, sin nada que esperar a cambio, solo porque me nace hacerlo.
Queridos hermanos, nos tenemos que preguntar, ¿Cuándo fue la última vez que bendecimos o ayudamos a alguien?, si nosotros podemos dar, es porque tenemos, y si tenemos es porque Dios nos los dio antes, entonces, dar, es compartir con alguien lo que Dios nos dio. El Señor nos llama fuertemente en este día a que demos con generosidad.
Que nuestro pensamiento diariamente sea, ¿Cómo puedo dar más de mí al Señor?, o, ¿qué más pide Dios de mí?
Así como nos declara Isaías 32:8, "pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado". Tenemos que proponernos ser generosos, el Señor se encarga de proveer para nosotros. Tengamos la seguridad que Dios es siempre fiel.