Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia.
Hechos 20:1
La calma volvió a Éfeso después de que cesó el alboroto, sin embargo, Pablo no quería salir de Éfeso hasta haber exhortado y abrazado a los discípulos una vez más. Sin duda le preocupaba el ánimo de los creyentes efesios.
Pablo primero viajó al oeste hasta Macedonia (v. 1), tal como lo había planeado antes (Hechos 19:21), para visitar todas aquellas regiones; el amor que Pablo sentía en su corazón por los creyentes, se expresó en una abundancia de palabras de aliento y animo espiritual. Finalmente llegó a Grecia, donde se quedó por tres meses, allí volvió a experimentar la persecución de los judíos, quienes planearon un complot contra él.
Pablo conocía y aceptaba que tendría que sufrir mucho en el ministerio. Sin embargo, a lo largo de su vida gozó de la protección divina. Por encima de todos los complots en su contra, Pablo estaba en las manos del soberano Dios.
Él tiene muchas maneras de proteger nuestras vidas, en medio de las luchas y dificultades.
Nuestra confianza está en el Señor. (Salmos 27)