Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Hechos 2:36
Después de que el Espíritu Santo vino a esta tierra, el apóstol Pedro dio su primer discurso, el día de hoy leemos parte de este.
¿A quiénes se dirigía en ese momento? Se estaba dirigiendo a los israelitas, aquellos que vieron las maravillas, prodigios y señales que Dios había hecho por medio de Jesús (v.22), ellos también eran los que habían participado en la muerte de Jesús (v.23).
Dios tenía previo conocimiento de que Jesús habría de morir, y Él mismo le levantó de los muertos(v. 24), incluso el apóstol Pedro explica cómo este hecho estaba profetizado en las Escrituras en un Salmo escrito por el rey David (hoy Salmos 16:8-11) (v. 25-28), David no hablaba del todo de una situación personal en este Salmo, pues hoy en día sus restos siguen en un sepulcro (v. 29), pero por la promesa de Dios sabía que de su linaje vendría el Cristo (v. 30), y también Dios le permitió ver con anterioridad la resurrección (v. 27, 31), ¿Quién era el Cristo?, Jesús a quien Dios resucitó de los muertos (v. 32), y ellos habían sido testigos de esto, y en ese momento eran testigos de como recibían al Espíritu Santo (v. 33). David también escribió que el Señor se sentaría a la diestra de Dios (Salmos 110:1), pero David está en la tumba (v. 34) ¿Quién es este Señor?, Es Jesús que había sido crucificado, pero Dios le hizo Señor y Cristo(v. 36).
Muchas personas dicen que Jesús fue un buen maestro, un líder exitoso, y mucho más, pero no creen que Él es el hijo de Dios, no creen que resucitó de los muertos y que en Él está la salvación de nuestras almas. El libro de los Hechos es un libro histórico, y Pedro les comprueba verbalmente y sin problemas que Jesús es el Hijo de Dios ( Mateo 16:16), y que Él es el Señor¿Cómo pues no le obedecemos?( Lucas 6:46), ¿hay dudas en nosotros?.
Terminemos pues con este versículo:
... santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
1 Pedro 3:15