Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuánto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.
Hechos 12:22-23
Dios no comparte su gloria, seguramente es algo que ya hemos escuchado antes, y en este relató podemos ver un ejemplo de esto, ya que el rey Herodes recibió los halagos de la gente, y no dio la gloria a Dios, sin pensar en las consecuencias que esto le traería.
El recibir un halagó por parte de los demás pudiera hacernos perder el piso, pero es momento de que pensemos en el ejemplo del Maestro, pues, su actitud fue de humildad, siempre dando la gloria al padre, cuando lo llamaron maestro bueno, Él dijo: “Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.” (Marcos 10:18). Cuánto más nosotros debemos tener en claro que toda la gloria es para Dios, nunca para nosotros, como lo dice el salmista: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.” (Salmos 115:1)
Ya que solo Él es digno de recibir toda adoración, toda gloria, todo el reconocimiento, de su creación y de sus hijos, “…porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (Mateo 6:13).
Nuestro deber es, que el testimonio diario que damos ante los hombres, sea útil para que ellos algún día glorifiquen el Nombre del Señor, siempre dándole a Él la gloria.
2 Tesalonicenses 1:12
Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.