09 Sep
09Sep

Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre.

Hechos 10:25-26


En aquel primer encuentro, Pedro muestra su humildad, pues, no dejó que Cornelio le adorara, sino que le dijo: “…levántate, pues yo mismo también soy hombre” (v. 26).

Pedro, realizaba milagros en el nombre de Jesucristo, había sido discipulado por el mismo Jesús, y ahora había sido testigo de esta visión, que cosas tan grandes había experimentado este hombre, en medio de toda esta grandeza, él no le robaba a Dios la gloria, ni se quedaba con la adoración, él dejaba claro que no la merecía, y nosotros sabemos que sólo Dios merece adoración. Nosotros tampoco merecemos adoración, ni los que predican la Palabra, ni alguien que sirve en la Iglesia, tampoco alguien que hace buenas obras. Debemos tener siempre presente, que la alabanza, la adoración, la gloria, le pertenecen al único Dios. 

Como hijos de Dios, debemos mostrar humildad (Colosenses 3:12), como la que mostró Pedro; hemos sido enviados a predicar el Evangelio (Marcos 16:15), Él nos ha dado el privilegio y la responsabilidad de portar su Palabra, de poder compartirla con los demás, y al hacerlo debemos tener una correcta actitud. Recordemos que Dios es nuestro Salvador y es el único digno de gloria, si hoy podemos de alguna manera compartir lo que Él nos enseña, es solamente por Él, por su gracia, su misericordia, su amor.

Dios nos ha dado potestad de ser hechos hijos suyos (Juan 1:12). Seamos buen ejemplo, buen testimonio, mostremos humildad delante de Dios, en cualquier situación.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO